sábado, 15 de septiembre de 2007

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Heathen, de David Bowie (2002)

Editado en junio de 2002, “Heathen” significó el renacimiento del David Bowie creativo y su rehabilitación artística.

“Heathen” fue un regalo especial para sus fans ya que les devuelve al artista compositor en su mejor álbum de los últimos veinte años.

Es la fecha en que los seguidores del camaleón recuperaron a su Bowie esencial y puro: “Heathen” es una colección de trece canciones melódicas y muy personales que se alejaban de la era Coldplay, joven banda inglesa que había acaparado las listas de éxito a principios del nuevo milenio. El añadido de “Heathen” es el regreso a la producción de Tony Visconti, el cincuenta por ciento de aquel Bowie icono del pop de la década de los setenta (Visconti no había vuelto a trabajar con Bowie desde el “Scary Monsters” de 1980). En verdad, “Heathen”, el vigésimo tercer disco de David Bowie, es una maravillosa colección de canciones que revela a un artista inagotable en su talento por innovar. Bowie hace frente a sus cincuenta años con una original melancolía de la supervivencia. Atrás quedaba su aventura en Tin Machine y a finales de 2001, abandonaba la todopoderosa Virgin Records para hacer algo que debería haber hecho hace tiempo: fundar su propio sello: ISO, dentro de la multinacional Columbia/Sony, acierto que le proporcionó más libertad creativa.

¿INSPIRADO EN EL 11-S?
Tradicionalmente, Bowie componía de manera tranquila y sin prisas para las compañías en las que estaba contratado, como parte de una estrategia de mantenerse dentro de su catálogo hasta que llegó “Heathen” y el camaleón se pudo liberar y componer a sus anchas y a su propio ritmo, algo que posiblemente le propició el nacimiento de su segundo hijo con la modelo etíope Imán, Alexandria, en agosto de 2000. Bowie se retiró a unos estudios de grabación situados en una zona residencial, en las montañas del estado de Nueva York y comenzó a trabajar en “Heathen”. “Allí se retiró durante un tiempo y, mientras estaba componiendo los temas del álbum, podías notar que aquella aureola divina que tanta fama y prestigio le aportó en los setenta, le estaba volviendo a recubrir”, comentaba el propio Visconti a los periodistas. Algunos críticos especularon con que el tono general del disco estaba influenciado por los atentado del 11 de septiembre en Nueva York, algo que negó su productor: “no creo que David fuera a escribir un disco sobre el 11/9 o algo parecido, pero sí pienso que en Heathen puedes sentir cierta resonancia de lo que ocurrió en aquellos días”, afirmó Visconti.

Volviendo al álbum y a esa gran colección de temas, “Slip Away”, el tercer corte, se presenta cono una de las mejores composiciones del Bowie de fin de siglo. Originalmente grabada bajo el nombre de “Uncle Floyd”, es una excelente melodía donde un poderoso bajo toma el protagonismo de la canción, mientras que “Sunday”, el tema que abre el disco, es una especie de salmo electrónico de casi cuatro minutos de duración con un Bowie realizando una llamada desesperada, furiosa y urgente (”todo ha cambiado”, afirma); una composición que abre un disco impecable que finaliza con “Heathen (The Rays)”, con ese casi militar aporreo de batería. Escrita antes de los ataques sobre las Twin Towers neoyorquinas, la letra se revela como una premonición: “Steel on the skyline, sky made of glass / made for a real world / all things must pass” (”Acero en el horizonte, un cielo hecho de cristal / fabricado para el mundo real / todo debe pasar”), ¿videncia o genialidad?

“Heathen” se presenta con un disco conceptual y unido, pero desde el punto de vista musical, resulta ser uno de los trabajos más creativos y juguetones de Bowie, con sorprendentes versiones como “Cactus”, el segundo corte, maravillosa revisión del clásico de Pixies que el inglés rehace con un toque más rockero y más próximo a su “Scary Monsters”, su álbum de 1980. La segunda revisión es “I Took A Trip On A”, de Gemini Spacecraft, reconvertida a techno por el que un día fuera el legendario Ziggy Stardust. “I’ve Been Waiting For You”, del canadiense Neil Young, renace en su vertiente más hard rock americana, mientars que “I Would Be Your Slave” se convierte en una balada drum’n’bass, un nuevo género –si alguna vez existió alguno-. Por su parte, “Afraid”, el quinto tema, nos devuelve al rock de guitarras, al riff-rock, mientras que “Everyone Says “Hi”" se presenta como un trozo, una tajada de la era pop, llamémosla chiflada o majareta, a pesar de su letra cercana a la balada para corazones partidos. Cosas de genios,…, seguramente el tema más triste de este maravilloso disco, aborda el asunto de la muerte de un familiar o de un amigo íntimo.

EL ARTISTA PAGANO
Pero a pesar de ser un disco casi perfecto, adecuado a su tiempo y digno del talento del artista londinense, “Heathen” (”Pagano”) escuchado repetidamente nos revela nuevas superficies y texturas que nos recuerda que el tiempo pasa. “Heathen” y “Reality”, el siguiente trabajo que publico un año después, en 2003, se muestran como claros álbumes completamente accesibles de un David Bowie que se muestra tan conservador como en sus comienzos, allá a principios de los sesenta, justo al final de la era pre-Beatle, mucho antes de que el Coronel Tom se quedara perdido para siempre en la belleza del universo en esa legendaria “Space Oddity”, de 1968.

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...por Antonio Noblejas
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